



No fue solo esposa, fue lideresa, estratega, madre y guerrera.
De raíces africanas e indígenas, tejió redes de resistencia, organizó a las mujeres, sostuvo la retaguardia y movilizó a los pueblos en 1780. 



Fue ella quien proveyó armas, levantó ejércitos de mujeres quechuas y aymaras, y creó una red de chasquis a caballo, llevando esperanza en cada mensaje. 




Fue torturada brutalmente, silenciada arrancándole la lengua, pero jamás doblegaron su espíritu.
Micaela murió por nosotros. Por nuestra libertad. Por nuestra dignidad. 




¡MICAELA BASTIDAS VIVE EN CADA MUJER, EN CADA PUEBLO QUE SE LEVANTA CONTRA LA INJUSTICIA! 



